Un blog para gente de oídos inquietos y cierta peligrosa inclinación a la melomanía.

domingo, 27 de enero de 2008

Ben Webster - Soulville (1957)



Bastan sólo unos segundos para darse cuenta de que lo que emerge por los parlantes es una cosa de otro mundo, de una dimensión suave, delicada y de un sentimentalismo, si bien algo controlado, también paradójicamente espontáneo y sin artificios.
Las reposadas seis cuerdas de Herb Ellis dan la partida a Soulville, primer corte del disco del mismo nombre, grabado el 15 de octubre de 1957 en California. En los créditos, un personal de lujo: nada menos que el cuarteto del pianista Oscar Peterson, que además de Ellis en la guitarra, incluye al bajista Ray Brown y al batero Stan Levey, quienes van armando la tela perfecta para que el maestro Ben Webster pinte una obra de arte con cada nota de su saxo, pinceladas precisas, sin alarde de virtuosismo -que tal vez en un disco como éste podría parecer derroche-, sello que seguirá haciendo inconfundible a este músico a través de las décadas.
La más extensa de las dos composiciones de Webster para esta producción, Soulville me trae a la cabeza el concepto “música para solitarios”, tres palabras que calzan perfecto para definir la atmósfera bluesera del track, con un resignado aire de añoranza, esperanzada y tan sin sentido al mismo tiempo. Una base exquisita y suave, marcada por los precisos adornos de Peterson en las teclas ordena las piezas de forma tal que las frases llenas de blues que Webster va derramando por goteo parezcan no haber podido sonar de otra forma, como aquellas que arma en 1.37 y que se van sucediendo sin atropellarse, cada una a su segundo preciso, como la sentida melodía de 2.25, que abre un gran pasaje en que Webster se escapa un poco del patrón netamente bluesero y que termina luego de unos exquisitos cromatismos, a partir de 2.59. En 3.13 un pequeño quiebre trae un descanso a la base y crea una luminosa tensión que de la mano del piano termina de resolverse. Así, a los cuatro minutos el saxo exhala su último respiro y es el turno de Peterson, cuyos dedos siguen blueseando delicadas notas sobre el blanco y negro de su instrumento, ahora en primer plano. En 5.37 el piano y la guitarra se quedan marcando el ritmo con suaves acordes, en otra pausa que Brown aprovecha para un sencillo solo. Casi un minuto más tarde Webster regresa con algo más de fuego, pero sin perder la sutileza para no romper el clima sublime que llena cada compás hasta el final.
Con otros colores, Late Date, el segundo tema del disco, también compuesto por Webster, sigue disparando blues, pero ahora con un swing más enérgico y vivo. Ellis nuevamente es el encargado de abrir el fuego de este up-tempo con unos double stops que generan una exquisita reverberación. La entrada del saxo es triunfal, con líneas joviales y cálidas, siguiendo un patrón melódico sin mayores quiebres, que Webster va modificando sutilmente hasta que se lanza a solear con entera libertad a partir de 1.12 y hasta 2.25. Después el piano se vuelve amo y señor del track y repite el sólido trabajo del primer corte con dulces y algo más repetitivos licks de blues. Por debajo poco a poco la guitarra se vuelve más notoria con juguetones acordes, que finalmente decantan en un gran solo en donde Ellis asume una actitud abiertamente blues. Webster hace su última arremetida, logrando que su saxo cante en forma desgarrada y, obviamente, como un negro que predica el blues. Luego retoma las líneas que lanzó al comienzo del tema, con algunas variaciones y un tono de mayor delicadeza, marcando la despedida de este segundo gran tema.
Time on my hands retoma el sabor intimista de Soulville, pero ahora con el saxo de Webster como piedra esencial desde el principio. Frases reflexivas, complementadas por el piano, son la base de esta balada, que comienza a caminar lentamente pasado el minuto y medio del track. Los cuatro minutos se hacen pocos y la canción termina casi en un susurro. Como es típico en Webster, ni una sola nota de más, lo que sin duda es la clave para los grandes baladistas.
El cuarto corte del disco es un clásico más familiar para mis oídos, no muy duchos en materia jazzística: Lover come back to me, un standar sabroso y absolutamente tarareable, que recibe del cuarteto de Peterson todo el brillo rítmico que necesita para ser otro de los temas memorables del álbum. Webster dispara pura sensualidad en este tema, el más extenso del disco, que también suma una despierta performance de Peterson a partir de los 4.19. El retorno del saxo es más fiero y se complementa con simples pero efectivos redobles de Levey, que hasta ahora parece un batero bastante quitado de bulla. El complemento rítmico y armónico de Ellis es realmente notable, aunque en algunos pasajes se requiere aguzar un poco el oído para captarlo en toda su expresión.
En Where are you, quinta pieza de Soulville, abre el fuego Peterson con una típica introducción en onda de balada. Y lo que viene después es un Webster inspirado y taciturno, siguiendo la huella de Time on my hands y repitiendo las claves de su estilo: notas largas, reposadas y vibrantes. “I like the pretty things”, dice Webster en el librillo del CD, como si sus palabras, una vez escuchado el disco, parecieran estar definitivamente de más.
El siguiente corte, Makin’ Whoopee, vuelve a la elegante sensualidad de Lover come back to me, ahora con una mayor presencia del bajo de Ray Brown y una batería algo más suelta.Cuatro minutos y medio que se hacen segundos.
La breve balada I’ll Wind es la encargada de cerrar el álbum, con una sobriedad romántica que respeta cada una de las claves del inigualable estilo de este inolvidable saxo tenor.
La reedición de Soulville hecha por el sello Verve en 1989 trae tres bonus tracks: Who, Boggie-woogie y Roses of Picardy, surcos en los que Webster pasa al piano y logra una formidable comunión con Levey, que se oye más creativo y despierto que en los temas del disco. Claro que en este trío de piezas extras lo que prima es la diversión del boggie woogie, lo que no impide catalogar de fascinante la facilidad del tenorista tras el teclado.
MÚSICOS
Herb Ellis - Guitar
Oscar Peterson - Piano
Ben Webster - Piano, Sax (Tenor)
Stan Levy - Drums
PARA ESCUCHAR
Soulville (de verdad es música de otro mundo...no se escucha, se siente).
^*^

2 comentarios:

Euzculapio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Euzculapio dijo...

excelente recomendacion, no he escuchado el disco todavia, pero, la net te puede dar muy buenas referencias para conocer artistas que no conocia; no lo conocia y que; grasias y nada mas.

http://www.deezer.com/es#music/result/Ben%20Webster

Hernan.Nancho.euzculapio